Está lloviendo como hacía tiempo que no llovía.Me encanta la lluvia y si estoy en casa aún más. Me gusta el sonido del agua al caer, es muy relajante.
También me gusta ese aire de melancolía que se crea cuando la lluvia es fina, pero a la vez espesa como si fuera niebla o humedad abundante. Me gusta esa imagen, me lleva a la nostalgia.
Como además ha refrescado me apetecía sopa calentita para cenar. Es típico en mí cuando tengo frío. Al sentarme a disfrutar de mi cuenco calentito me invaden recuerdos bonitos. Esta foto no es gran cosa desde un punto artístico pero en ella está el cuenco de mi abuelo y un trapo de mi abuela. Inmediatamente me traslado a la salita de casa de mi abuela y está sentado mi abuelo a la mesa, en la silla roja picando melón en su gazpacho. Y ese recuerdo vive en mí y en ese bol de cristal del año de la picor. Y me alegra el corazón en momentos como este en el que la casualidad me trae un pedacito de dos personas muy importantes en mi vida. Es curioso porque tengo ambas cosas desde hace tiempo, pero hasta hoy no me habían coincidido así. Me ha hecho ilusión y dentro de mi melancolía infundada por esta noche lluviosa, me arranca una sonrisa. Seguramente ambos objetos han cumplido una misión.
Estoy muy contenta con esta tranquilidad que me ha aportado el clima. Por cierto estoy leyendo "La noche soñada" de Màxim Huerta y me tiene conquistado el corazón. No me extraña que me haya cautivado así, ya que con "Una tienda en París" me creó la misma sensación agradable de leer algo emotivo y bien escrito. Me gusta mucho como escribe, su manera de expresar es muy personal. Desde el principio el personaje te envuelve, consigue que forme parte de ti. Me gustan los libros que te "atrapan" desde el primer momento y este es uno de ellos.
Aquí hay un fragmento de la belleza de esta novela. Una historia que comienza de tal modo, ¿cómo podría decepcionar?
Podría contaros más de Justo Brightman, pero prefiero que lo leáis.
Buenas noches y felices lecturas.
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