Hola Mia,
Te escribo sin conocerte pero ya te quiero y no imaginas cuánto además, al igual que el papa por supuesto.
Irrumpías en nuestras vidas el veinte de enero a las 5:20 de la madrugada. Me desperté y me hice la prueba de embarazo que tanto miedo me daba, pero porque no quería que saliera un negativo y por suerte para nosotros allí estaban las dos rallitas que indicaban el comienzo de algo grande: Tú.
Es inexplicable lo que se siente. Después de tanto tiempo y cuando ya no teníamos esperanza de tener hijos, la vida giraba a nuestro favor. No podíamos creerlo. Estábamos nerviosos e inquietos, incrédulos de aquella realidad que parecía imposible. Nos mirábamos, nos reíamos, nos abrazábamos... pero no acabábamos de creerlo.
Y como a nosotros les pasó a los yayos, a los titos, a los primos que gritaban como locos: ¡primos! ¡primos! Fue una alegría para todos sin duda alguna.
Estaba de siete semanas cuando me hicieron la primera ecografía. Para entonces