viernes, 17 de junio de 2016

Tres días en Bruselas

Hoy voy a hacer una entrada sobre nuestra escapada a Bruselas. Os detallaré nuestra ruta para que tengáis una idea de qué ver si os apetece ir.
El lunes por la mañana llegamos a Bruselas y resulta que en el aeropuerto no se puede adquirir la Bruselas Card (luego descubrimos que el transporte no entra, con lo cual es normal). Hay que coger un tren que cuesta 8.75€ y te deja en la estación del sur (Gare Midi). Tarda unos veinte minutos.
Nosotros nos hemos alojado en el Hotel De Fierlant, que os lo recomiendo porque está muy bien situado y es muy económico. Andando desde la estación
hay unos quince minutos y también puedes coger el autobús (L49,L50) o el tranvía (81,82) que te dejan al lado (Parada Orban)
El billete es multitransporte y lo mejor es coger el bono de un día que vale 7,50€.
Nosotros fuimos andando dirección a Grand Place. Está casi a tres kilómetros del hotel así que hay un buen paseo. Se puede ir con el autobús L48, que está junto al hotel, parada Rochefort.
La primera impresión de Bruselas digamos que no es muy satisfactoria. Es una ciudad muy gris y además en nuestro caso ha llovido bastante lo tres días, con lo cual que el día estuviera muy oscuro no ayudaba. 
Fuera del centro turístico en las calles no hay mucha gente, es más bien solitaria y tienen el sistema de recogida de basuras típico de dejar la bolsa en la acera y pasan a recogerla, lo que le da un aspecto poco agradable a las calles, lo cual es una pena porque los edificios son muy bonitos en general.
De camino a Grand Place nos encontramos con el barrio de Le Sablon. Aquí encontramos la iglesia de Notre Dame de la Chapelle. Esta zona está llena de restaurantes, aquí comimos en el restaurante Le Forestier, a muy buen precio y con estupenda calidad. 
Al salir subimos la calle y nos encontramos con la Place du Gran Sablon. Aquí esta la tienda de chocolate de Pierre Marcolini y por supuesto ya podemos ver la imponente iglesia de Notre Dame Du Sablon, cerrada los lunes por cierto.
Justo enfrente de la iglesia está el jardín Petit Sablon y al final de la calle el Palacio de Justicia, que nosotros no vimos porque estaba en obras, pero es impresionante.
Llegando a las calles que rodean a la Grand Place ya es todo mucho más turístico. Son callecitas pequeñas, casi todas peatonales y llenas de restaurantes y tiendas en su mayoría de productos artesanos, chocolate y gofres.
Una vez en la Grand Place te quedas fascinado por su belleza. El ayuntamiento es una joya arquitectónica y bueno el museo y todo el conjunto en sí es una obra de arte. Solo por esto merece la pena visitar Bruselas.
Como llovía muchísimo nos fuimos a ver el museo del cómic. Un lugar muy recomendable para lo aficionados del género. No es para niños lo aclaro porque en mucho sitios vimos que lo recomendaban para ir con niños y en realidad un niño se aburriría como una ostra ya que es más bien histórico, de como se desarrollaron los primeros cómics y como van evolucionando y desarrollando nuevos personajes, como Los Pitufos por ejemplo. A cinco minutos andando del museo te encuentras con la Catedral de San Miguel y Gúdula. Nosotros entramos a verla al día siguiente por la hora ya que cierra a las seis de la tarde.
De aquí pasamos por la Plaza de España, de la cual esperábamos más por lo que habíamos leído pero bueno. Encontramos las estatuas de Don Quijote y Sancho Panza y justo al lado está el museo de Los Pitufos.
Si avanzamos un poco encontramos El Ágora, que tiene mucho encanto y muchísima gente. Aquí nos encontramos con las Galeries Hurbert. Es una pasarela acristalada de gran belleza y en su interior encontramos diferentes tiendas y cafeterías.
Desde aquí bajando a la derecha nos encontramos con la famosa calle  Rue des Bouchers, atestada de restaurantes con menús similares que incluyen el plato estrella de Bruselas, los mejillones con patatas fritas.
Desde esta calle se accede al callejón donde encontramos a Janneken Pis, que es la versión femenina del famoso Manneken Pis y si éste es poca cosa la niña ni hablamos. 
En este mismo callejón está la cervecería Delirium Tremens, la más conocida de Bruselas por su gran variedad de cervezas. Nosotros como no bebemos y no teníamos mucho tiempo no hicimos parada aquí.
El martes por la mañana nos dirigimos al barrio europeo (Gare du Midi metro L2)
Nos bajamos en la estación de Trone. Desde aquí fuimos por la Rue de Luxembourg que te lleva al Parlamento Europeo. Aquí se puede visitar el
Parlamentarium pero nosotros aprovechamos que hacía buen día y paseamos por el Park Leopold.
Desde aquí subiendo por la Rue de Belliard encontramos el Parc du Cinquantenaire, un extraordinario parque de grandes dimensiones y en el que encontramo diferentes museos, como el de hitoria del arte, historia militar y el autoworld.
Nosotros entramos en el de historia militar porque a mi marido le encanta todo lo relativo a las arma y armaduras y aunque yo soy totalmente en contra del ejército y el armamento reconozco que vale la pena verlo.
Comienza con una mirada atrás en la historia remontándose hasta el 1700. Es una gran exposición de uniformes militares de diferentes épocas, condecoraciones, cuadros, miniaturas... en fin de todo lo relacionado con el ejército.
A continuación encontramos el pabellón dedicado a la 1ªGuerra mundial, con una gran exposición de cañones de todo tipo.Seguidamente está la sala de la marina y el pabellón de aviación. En éste podemos ver el progreso en la aeronáutica. Realmente es impresionante de ver ya que es una gran exposición de aviones, helicópteros, avionetas, aeroplanos, globos... en fin todo lo que vuela por la mano del hombre.
Desde aquí se accede a la sala de tanques, pero estaban en obras y no pudimos ver nada.
También hay una sala dedicada a la 2ª Guerra Mundial con información, fotos, uniformes...más tipo museo convencional.
A continuación se encuentra la sala de las armaduras, la cual también se encontraba en obras y la mitad no la pudimos ver.
Desde aquí ya se accede a la parte de tecnología que es un pabellón de iguales dimensiones al primero y tiene una gran exposición de armas.
Por cierto aclaro que no es gratuito tal y como informan en las guías. Su coste es de 5€ y solo aceptan tarjeta.
Dentro del museo hay cafetería y ofrecen menú, pero no merece la pena por el precio. Justo saliendo por la parte contraria a la puerta del parque por donde hemos entrado, encontramos la Avenue de Tervueren con una gran variedad de restaurantes. Nosotros os recomendamos la Brasserie Merode, es un restaurante muy acogedor y se come de fábula y a buen precio. 
Terminamos de comer y cogimos el metro que está en la puerta del restaurante (merode) para ir a ver otro de lo emblemas de la ciudad, el Atomium.
Para llegar hasta él hay que hacer transbordo en Arts-Loi y coger la L6 hasta Heysel.
El Atomium es realmente enorme, yo me lo esperaba más pequeño la verdad. Se puede entrar y ver las diferentes exposiciones que tiene en las esferas e incluso tiene un restaurante desde el cual las vistas deben ser chulísimas pero nosotros no entramos. Estuvimos disfrutando del parque que tiene justo al lado aunque poco tiempo porque como es habitual en Bruselas, comenzó a llover.
Desde aquí nos bajamos en Beekkant para coger la L1 hacia Park.
Como indica la estación llegamos al parque de Bruselas, el cual se encuentra junto a la catedral y ya aprovechamos para entrar a verla. Es impresionante, por fuera y por dentro. Las vidrieras tienen unos colores tan vivos que te dejan embobado. Es muy bonita, realmente una obra de arte monumental.
Desde aquí paseamos hacia el Ágora y disfrutamos de uno de los productos estrella, los gofres. No hay nada mejor que sentarse junto a las galerías Hurbert y disfrutar de un gofre con nata y fresas naturales.
Desde aquí si nos dirigimos  hacia la Grand Place y continuamos por la calle Rue de l'Étuve nos encontramos con Manneken Pis. El famoso niño meando, está en la esquina con Chêne y como dije antes no es nada del otro mundo pero hay que verlo por supuesto.
Aquí terminamos nuestro segundo día en esta pintoresca ciudad.
El miércoles y último día de nuestra escapada, nos fuimos a desayunar a un restaurante que conocimos gracias a una foto en Instagram de Màxim Huerta, Le Cercle des voyageurs. Nos pareció un sitio muy chulo y realmente lo es. Además está junto Manneken Pis así que su ubicación es estupenda.
Desde aquí fuimos dirección al Museo de Instrumentos Musicales. Creo que es el museo más bonito que he visto nunca. Ya desde fuera es bonito porque es un edificio con una fachada preciosa. El edificio se llama Old England y es una joya arquitectónica del Art Nouveau de 1899.
En su interior tiene más de 7000 piezas instrumentales expuestas según su estilo en cuatro plantas diferentes. Al entrar al museo te dan unos auriculares para que puedas escuchar los diferente instrumentos, lo cual es un valor añadido.
En la planta décima del edificio encontramos el restaurante con una terraza que ofrece unas vistas panorámicas del centro histórico preciosas.
Si estar en este museo ya es una sensación agradable justo al salir tuvimos el placer de encontrarnos con Màxim Huerta. No puedo describir la ilusión que me crea solo recordar este momento mágico para mí.
Desde que el lunes vi en Instagram que viajaba a Bruselas tuve la corazonada o la ilusión o llámalo como quieras de que lo iba a conocer, tanto es así que quería llevar encima en todo momento mi libro de La Noche Soñada para que me lo firmara. Como el miércoles llovía mucho lo dejé en el hotel porque no quería que se me estropeara y mira lo que son las cosas que nos encontramos con él.
Desde aquí le vuelvo a dar las gracias por su amabilidad por la foto, por la naturalidad y en fin, que estoy encantada de haber cumplido un sueño para mí. A los que no habéis leído nada de él os recomiendo hacerlo porque tiene una manera de escribir muy dulce, sus personajes te envuelven y forman parte de ti. Una tienda en París es una buena elección para empezar. Os encantará.
Volviendo a Bruselas, que me embobo con Màxim, al salir del museo empezó una gran tormenta así que pensamos que lo mejor era comer y ponernos a buen puerto. Nos fuimos hasta la Grand Place para comer en un restaurante típico Le Grand Bi, donde comimos mejillones con patatas fritas a buen precio.
En general hemos comido muy bien por más o menos los mismos precios o incluso más baratos que aquí en Barelona y cabe destacar que la gente es muy muy amable y simpática. No solo en los restaurantes y servicios si no la gente en general, eso no ha gustado mucho.
Despúes de esto nos dedicamos a ver tiendas y ya no fuimos a recoger las maletas para ir al aeropuerto.
Entres días no da tiempo a ver mucho más pero estamos muy contentos porque hemos aprovechado bien y nos ha cundido bastante.
Espero que os haya gustado nuestro viaje y que si vais a Bruselas os sirva de guía par ver la ciudad.




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