Nueve meses

Qué razón tiene el refrán que dice que el tiempo es lo que más corre. Parece mentira que mi embarazo vaya llegando a su fin.

Hace nueve meses que ni se me pasaba por la imaginación que pudiera estar embarazada ya que después del alta de mi operación de útero septo no nos dieron esperanzas de ser padres. Pero así es la vida, cuando menos te lo esperas te sorprende y de pronto lo imposible se convierte en realidad.

Siempre he querido ser madre y durante el tiempo que creí que no podría tuve mucha frustración. Toda persona que ha estado en una situación similar sabe que es difícil de llevar pero la vida continúa y te haces a la idea, porque no queda otra, y al final pues valoras otras muchas cosas que te ofrece la vida y lo asumes. 

Pero el día que me hice la prueba de embarazo y daba positivo eso es indescriptible. Primero

la confusión de cómo es posible y en seguida las dudas de si el resultado estaría bien. Lo recuerdo una y otra vez y me emociona de revivirlo porque justo ahí la vida comenzaba de nuevo para nosotros.
Todos los bebés son esperados por sus padres cuando son buscados y queridos de eso no hay duda, pero si además tienes 35 años y habías asumido que no tendrías hijos la perspectiva se multiplica, y hoy cuando miro atrás solo me siento afortunada.
El embarazo empezó con riesgo de aborto. Durante cuatro meses reposo y visitas cada semana prácticamente, para controlar que todo fuera correcto. Y hasta hace un mes placenta previa. Y de nuevo todo gira y el riesgo se esfuma como si nunca hubiera estado ahí y la placenta pese a que sigue baja se ha movido lo suficiente como para tener un parto natural. ¿Cómo no voy a estar contenta?
En estas treinta y ocho semanas he pasado de no poder tener hijos a estar embarazada, a tener el riesgo de perder el bebé, a tener una placenta previa que daba muchos problemas y que incluía una cesárea programada, a tener un embarazo en el que nuestra niña crece por encima de lo que le toca, que todo indica que está sana y que podrá venir al mundo cuando ella decida venir. Repito, ¿cómo no voy a estar contenta?
Todos estos meses me han hecho más paciente, más segura y con más confianza en mí misma que nunca. Ahora queda la recta final, el regalo más grande con diferencia porque nuestra Mia está a punto de llegar. La vida me ha regalado esa maravilla que es llevar un ser vivo dentro y sentirlo y saber que vive gracias a ti. Ya solo queda que nazca y viva por sí misma y que la necesidad que le una a nosotros sea la de amor.
Todo el mundo me dice: uy prepárate para no dormir; no le des el pecho que es muy esclavo; aprovecha ahora que luego no tendrás tiempo para nada... y seguro que tienen razón pero es que yo soy feliz de pensar que todas esas cosas me van a pasar a mí porque hubo un tiempo en el que deseaba ser esa mamá que no puede dormir porque su bebé la reclama o que no tiene tiempo de nada porque su bebé necesita de ella para todo.
En breve esa mamá seré yo y no hay nada en el mundo que me haga más feliz.
Por ello merece la pena todo y estoy cansada evidentemente porque tengo dieciséis kilos de más, los pies como un elefante, insomnio desde hace meses y aveces no puedo sentarme porque la ciática luego no me deja ponerme en pie, pero todo eso me lleva siempre al mismo punto que es mi niña y todo entonces cobra sentido.
Mia estamos deseando conocerte, cuando estés preparada para comenzar tu vida papá y mamá estaremos ahí para darte todo el amor que tenemos reservado para ti.